martes, 8 de septiembre de 2009

trabajo para el míercoles BOLIVIA NO SOLO ES GAS

No es sólo la exportación del gas lo que ha generado la crisis política y social en Bolivia. La pobreza y la exclusión son la otra cara de la crisis boliviana.
El proyecto para exportar gas natural desde Bolivia fue sólo la gota que derramó el vaso. Gran parte de la población boliviana, más que nada, campesinos, indígenas y todos aquellos de los sectores de la sociedad con más bajos recursos, estaba descontenta con la gestión presidencial de Gonzalo Sánchez de Lozada.
"La pobreza, la desigualdad y la exclusión social son la explicación última para las protestas".
Detrás de sus reclamos hay una explicación simple: su administración no pudo revertir la crisis económica en más de un año de gestión.
El tema de gas sirvió para canalizar los reclamos de un pueblo insatisfecho que desde ya hacía un buen rato intentaba hacerle saber a su presidente que no estaba de acuerdo con su gestión.
Sus promesas electorales no habían dados sus frutos y, mientras que para algunos el alivio de la pobreza era una simple "meta no cumplida", para otros, la gran mayoría, era la perpetuación del hambre y las penurias.
La pobreza, la desigualdad y la exclusión social en Bolivia son la explicación última para las protestas masivas que reclamaron la renuncia de Sanchez de Lozada.
Hoy, las mayorías indígenas de la población boliviana marcadas por una crónica e histórica situación de pobreza, están haciendo sentir su voz.
Las mismas que tiempo atrás pidieron ser incluidas en la vida política y social de Bolivia pero nunca fueron escuchadas.
La situación se resume en las palabras que dijo Felipe Quispe, uno de los dirigentes de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), a BBC Mundo: "¿Qué tenemos para perder si ya lo perdimos todo?".
La otra cara del conflicto
Las palabras de Quispe, se compartan o no, reflejan la "realidad" de millones de bolivianos. Muchos en Bolivia no tienen nada, y cuando digo nada, es nada.
El país andino es uno de los más pobres de América Latina, según datos del Banco Mundial en 2002.
Y si los datos en papel de un organismo internacional le parecen muy fríos, basta con darse una vuelta por las calles de Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba o La Paz, para que pueda corroborar por usted mismo que la pobreza pude palparse y oírse.
El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en Bolivia asciende a US$2,300 (uno de los más bajos de la región), mientras que el 62,7% de la población vive por debajo de la línea de pobreza, es decir, no cuenta con lo mínimo indispensable para cubrir sus necesidades básicas de consumo
Si quiere saber más, y no sólo conformarse con mis vivencias, pregúntele a nuestro enviado especial a Bolivia, José Baig, quien recorrió cada esquina del El Alto, una ciudad donde la miseria es el común denominador.
El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita en Bolivia asciende a US$2,300 (uno de los más bajos de la región), mientras que el 62,7% de la población vive por debajo de la línea de pobreza, es decir, no cuenta con lo mínimo indispensable para cubrir sus necesidades básicas de consumo (alimento y vivienda).
Según datos del Banco Mundial, Bolivia tiene mayores problemas de desigual distribución de la riqueza y el ingreso que el resto de la región.
Para que tenga una idea, el 20% más pobre de los bolivianos tiene una tasa de mortalidad infantil más alta que la de Haití, Kenia, Nigeria y Camerún, pero el 20% más rico del país tiene tasas comparables a las del mundo desarrollado.
El 14,4% de la población vive con menos de un dólar al día, mientras que un 34,3% lo hace con dos dólares diarios. Entre los más pobres, están los que trabajan en el campo y los que pertenecen a las sociedades indígenas.
Los que protestaban en Bolivia ponían énfasis en el fracaso de las políticas neoliberales aplicadas por el gobierno en cuanto a reducir la pobreza y lograr una distribución más igualitaria del ingreso nacional.
Después de todo, al igual que diez años atrás, todavía las promesas de alivio seguían siendo sólo eso, promesas... El proyecto del gas es visto como una continuidad de esas políticas económicas. ¿Quién podría culparlos?
La gota que derramó el vaso
Las protestas comenzaron con el objetivo de que el gobierno descartara un proyecto de exportación de gas natural y la oposición a la posibilidad de que el gas fuera embarcado a través de algún puerto de Chile, con quien Bolivia mantiene un conflicto limítrofe tras una guerra a fines del siglo XIX en la que perdió su única salida el mar, y que Chile obtuviera los mayores beneficios de este proyecto.
Los manifestantes, encabezados por el diputado y líder sindical Evo Morales, veían el proyecto de exportación del gas hacia México y Estados Unidos como otro modelo "capitalista" que no serviría para aplacar las necesidades de los pobres.
"Los manifestantes veían el proyecto de exportación del gas como otro modelo 'capitalista" .
Los manifestantes exigían que se derogara un decreto que expropiaba esa materia prima en favor de las transnacionales y que al mismo tiempo éstas pagaran impuestos justos por la explotación de los recursos naturales.
Los manifestantes fueron reprimidos con violencia por parte del ejército y la policía boliviana y la indignación popular empujó a gran parte de la población a exigir que Sánchez de Lozada abandonara la presidencia y a realizar bloqueos de la principal carretera que comunica el occidente con el oriente del país.
En ese punto, y sin miras de dar un paso atrás, se pararon firmemente los manifestantes para hacer oír sus reclamos.
Exportar gas: ¿bueno o malo?
Bolivia posee la reserva de gas más grande de Sudamérica, con 52,300 billones de pies cúbicos, y con las exportaciones, el gobierno de Sánchez de Lozada esperaba recibir, a partir de 2005, ingresos anuales superiores a los US$600 millones.
En la actualidad, Bolivia exporta US$1,300 millones anuales mientras que importa unos US$ 1,600 millones, lo que implica un déficit comercial anual que oscila entre US$300 y US$500 millones.
El proyecto del gas aparecía como una alternativa viable para aumentar las exportaciones hacia Estados Unidos y México, y con ello crear crecimiento económico en el país.
Y más que nada, crecimiento social, como lo expresó el mismo ministro de Salud de Bolivia, Javier Torrez Gotilla.
Según el gobierno, los ingresos recibidos por este proyecto iban a permitir un mayor gasto en educación y salud, lo que ayudaría a mejorar la calidad de vida de los bolivianos.
Si estudiamos los números con cuidado, el proyecto parecía ofrecer perspectivas económicas favorables para Bolivia.
En la actualidad, Bolivia exporta US$1,300 millones anuales mientras que importa unos US$ 1,600 millones, lo que implica un déficit comercial anual que oscila entre US$300 y US$500 millones.
Pero los que protestan no veían este proyecto tan viable como el gobierno lo presentaba. Y ¿quién puede atreverse a culparlos?
Evo Morales y Felipe Quispe aseguran que los políticos se enriquecen y la gente continúa tan pobre como siempre.
¿Quién les aseguraba que la situación iba a ser diferente esta vez? Imagínese como se sentiría usted si viviera con un dólar diario y su presidente le viniera asegurando que las cosas van a cambiar, pero usted continúa viviendo con un dólar y ve que las palabras de su presidente son sólo eso, palabras.
Entonces usted ya no le creerá más a su presidente, ¿verdad?, incluso si ahora estuviera dispuesto a poner todos sus esfuerzos en lograr su meta.
Usted sólo esperaría soluciones rápidas a sus problemas. Los mineros, los cocaleros, los indígenas y los pobres, ya no creen en la política.
La oposición a la venta del gas fue sólo una "excusa" para reclamar por la desigualdad social en Bolivia.
Los bolivianos están indignados y descontentos; quieren soluciones "reales" para sus problemas. Ojalá puedan lograrlo sin que la democracia quede en jaque.

Bolivia: la "pulseada" por el gas

Bolivia: la "pulseada" por el gas
por
Mariana Martínez
Columnista, BBC Mundo

Ahora que las aguas parecen haberse calmado en Bolivia, todo el mundo quiere darle una mano al nuevo presidente Carlos Mesa con el proyecto del gasoducto. Ya sea en calidad de "ayuda" o un "simple" asunto de negocios, algunos mandatarios latinoamericanos ya han comenzado la pulseada por el gas boliviano.

Las cosas se calmaron en Bolivia, pero aún debe decidirse el asunto del gas.
Chile, Perú, Brasil y Uruguay compiten como alternativas portuarias para exportar el gas boliviano. Y ¿quién podría culparlos? Después de todo, el negocio del gas es uno rentable que ningún buen negociante podría dejar pasar por alto.
En una intrépida jugada, el embajador de Perú en La Paz, Hernán Couturier Mariátegui, afirmó que su gobierno está dispuesto a financiar el mayor costo que implicaría la construcción de un gasoducto desde Bolivia hasta el puerto peruano de Ilo. No importa que la construcción del gasoducto cueste más, Perú parece está dispuesto a todo.
Pero las razones de Perú parecen ir más allá de un "simple" negocio. El representante diplomático, manifestó al diario peruano "El Comercio", que su gobierno "desea contribuir al financiamiento del proyecto en proporciones equivalentes a las diferencias de costo". "Nuestra propuesta no es sólo comercial, sino que tiene características importantes de integración y desarrollo entre nuestros pueblos", dijo el diplomático.
La propuesta de Perú llega en momentos en que el nuevo gobierno boliviano intenta ampliar el acuerdo de gasoducto existente con Brasil y, de esa forma, exportar el gas natural a través del Atlántico, ya que Bolivia perdió su salida al mar tras una guerra con Chile en 1879. De ahí nace el que los bolivianos no estén dispuestos a negociar con Chile. Cabe más el resentimiento que el progreso, diría algún tecnócrata.

Tanta solidaridad entre hermanos latinoamericanos parece sacada de un cuento de hadas

Para darle más peso a sus declaraciones, el diplomático peruano aseguró que sólo se necesitarían US$300 millones adicionales y no los US$700 millones que calculan las compañías internacionales interesadas en exportar el gas natural desde el departamento de Tarija -ubicado al sur de Bolivia- hasta Estados Unidos. Y que Perú estaría dispuesto a financiar ese costo adicional. A estas alturas, se estará preguntando ¿por qué tanto interés?
Tanta solidaridad entre hermanos latinoamericanos parece sacada de un cuento de hadas, pero Perú insiste en que la ayuda es de buena fe y que nada tiene que ver con los "negocios".
Uruguay no se queda atrás
Pero no sólo Perú prometió ayuda con este proyecto, el presidente de Uruguay, Jorge Batlle, anunció también que ofrecería el territorio del país al gobierno boliviano, como "una forma de contribuir a buscar salidas a la crisis de ese país".

Uruguay ofreció su territorio para la exportación de gas como "una forma de contribuir a buscar salidas".
Batlle, tras retornar de un viaje por Italia y Angola, pisó el aeropuerto de Carrasco, en la ciudad de Montevideo, y lo primero que hizo fue asegurar que le haría un planteo formal a su nuevo colega Carlos Mesa.
La idea, según declaró Batlle, es ofrecer una salida alternativa para el gas natural boliviano, a través del puerto de Nueva Palmira, en el departamento de Colonia, a unos 180 kilómetros de Montevideo, y punto final de la hidrovía de lo ríos Paraná y Paraguay.
El mandatario uruguayo dijo que Uruguay puede compartir el territorio. "Y si eso es voluntad del gobierno, Uruguay le ofrece lo que precise territorialmente, para instalarse en la costa uruguaya, transformar el gas y exportarlo donde quiera. Porque Bolivia con Uruguay no tiene ningún problema", enfatizó Batlle.
¿Cuál es la opción más barata?
A la hora de estudiar todas las alternativas, el presidente Mesa sin dudas tomará en cuenta cuál es la opción más barata y la más rentable.
Para que tenga una idea, la solución menos costosa es utilizar el puerto de Patillos, que se encuentra cercano a Iquique, dado que el trayecto desde el departamento de Tarija -donde se encuentra el recurso natural- es mucho más corto. Chile llevaría aquí la delantera. A la menor distancia geográfica, se le debe sumar que Chile cuenta con mejor infraestructura portuaria que Ilo.

El presidente Mesa buscará la opción más barata y la más rentable.
Sin embargo, la distancia geográfica no parece asustar al embajador limeño. Según Couturier Mariátegui, existen una serie de factores que intervienen a favor de Perú, entre ellas, que la opción de exportar el gas a través de Chile es altamente "impopular" entre los bolivianos. Otra vez, entran en juego los resentimientos históricos.
Hay que recordar que la idea de utilizar a Chile como medio para exportar el gas, fue el factor detonante -pero no la única causa- que desató las protestas, dejó un saldo de 70 muertos y terminó con la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
La idea de transportar el gas desde Bolivia hasta el departamento de Colonia, en Uruguay, es posible, pero sin dudas, una alternativa costosa. La distancia geográfica es muy grande, alcanza con darle una mirada a un mapa para darse cuenta. Pero sigue siendo una alternativa, tanto como la de Brasil, Chile o Perú.
Negociar con Brasil, sería algo sencillo. Después de todo, Bolivia ya exporta gas natural a Brasil, a través de un gasoducto de más de 3.000 kilómetros de longitud, desde sus yacimientos de la provincia de Tarija hasta los centros industriales del estado brasileño de San Pablo.
El gasoducto tiene capacidad para transportar por día hasta 30 millones de metros cúbicos de gas (equivalentes a unos 189.000 barriles de petróleo), de los cuales, Brasil sólo está consumiendo 15,6 millones de metros cúbicos diarios.
Entre tantas propuestas, elegir se hace difícil.
El gas bajo tierra "no tiene valor"
Aunque muchos son los que están jugando esta pulseada, el nuevo ministro de Minería e Hidrocarburos de Bolivia, Álvaro Ríos, aseguró que todavía no se ha decidido ni el país al que se exporte, ni el puerto de salida. Lo único seguro es que el gas debe exportarse y para ello dio una respuesta muy razonable: "bajo tierra (el gas) no tiene valor" y este recurso natural es el principal generador de divisas del país.
Bajo tierra, Bolivia posee la reserva de gas más grande de Sudamérica, con 52,300 billones de pies cúbicos. Si el país exportara el gas que no consume internamente, el gobierno podría recibir, a partir de 2005, ingresos anuales superiores a los US$600 millones.

En la actualidad, Bolivia exporta US$1,300 millones anuales mientras que importa unos US$ 1,600 millones, lo que implica un déficit comercial anual que oscila entre US$300 y US$500 millones. Es por eso que el proyecto del gas aparece como una alternativa viable para aumentar las exportaciones hacia Estados Unidos y México (o cualquier otro país de Latinoamérica), y con ello crear crecimiento económico en el país.
Aquellos que unas semanas atrás manifestaban su descontento con el proyecto, ahora parecen sentirse más seguros en las manos del nuevo gobierno. Al menos, el nuevo presidente, Carlos Mesa, parece estar dispuesto a solucionar los problemas económicos y sociales que enfrenta el país y para eso está preparado a utilizar el recurso natural.
Consulta popular
Pero no sin antes consultar con los ciudadanos. Ríos aseguró que el gobierno pondrá en marcha en breve un referéndum nacional para revisar la Ley de Hidrocarburos para que el país obtenga una mayor cantidad de ingresos por la explotación de recursos no renovables.

El presidente Mesa prometió un referendo sobre el tema del gas.
El gobierno parece estar haciendo lo correcto. Está dispuesto a informar de forma transparente y veraz todos los movimientos que tienen que ver con la explotación del gas natural y hasta el ministro Ríos aseguró que la administración hará hasta lo imposible por colocarle un "candado" a las divisas generadas por este proyecto, para que estas sean usadas para el desarrollo social y económico del país.
La pulseada por el gas es una realidad. Ya sea por solidaridad latinoamericana, oportunidad de negocio o como quiera llamarlo, a Bolivia se le están abriendo las puertas para exportar una de las materias primas más importantes con las que cuenta y, al mismo tiempo, el gobierno de Mesa tiene la oportunidad de utilizar el recurso natural para otorgarle a los bolivianos el mejor destino económico que reclaman.
Sin dudas, Bolivia se ha convertido en la joven más bonita de la fiesta y ahora todos quieren bailar con ella.
Quedará por verse qué país hermano tiene las mejores intenciones y quién será el que ganará esta pulseada.

sábado, 5 de septiembre de 2009

PGO EN ARCHVO

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martes, 4 de agosto de 2009

TEMA 1. CONCEPTOS DE FORMACIÓN SOCIAL

1.- El desarrollo social en La Paz y el Estado Plurinacional de Bolivia

La Paz

La Paz está situada al noroeste de Bolivia con una extensión de 133.985 Km.2, su capital es la ciudad de La Paz, sede del Gobierno central situada a 3640 metros sobre el nivel del mar, sus límites son: al norte con Pando; al sur con Oruro; al este con Beni y Cochabamba y al oeste con las Repúblicas de Perú y Chile.
Está situada entre los 16°30'00" de latitud sur y los 68°08'00" de longitud oeste del Meridiano de Greenwich. El departamento de La Paz cuenta con aproximadamente 1.900.786 habitantes (censo de 1992). Está dividida en 20 provincias y 272 cantones.

El departamento de La Paz se divide en tres zonas geográficas: La zona altiplánica formada por la región del Lago Titicaca, Isla del Sol, Isla de la Luna y la de Suriki, es la región más húmeda del plan alto andino (650 mm. de precipitación pluvial, media anual).

La zona subandina, formada por el flanco noreste de la Cordillera Real u Oriental que desciende hasta los llanos tropicales del norte, su clima es húmedo y da lugar a una vegetación exuberante. Esta zona es
comúnmente conocida como Los Yungas.

La zona Amazónica, colinda con los departamentos de Beni y Pando, trópico de vegetación exuberante que hacen de esta zona un lugar apropiado para el turismo de aventura y ecológico.

Bolivia Estado Plurinacional

Bolivia pasó a denominarse "Estado Plurinacional de Bolivia" a partir del 18 de marzo de 2009.

Gobierno determina nueva denominación de Bolivia

-La denominación "Estado Plurinacional de Bolivia" se debe usar en todos los actos públicos y privados que se lleven a cabo en el país.

A partir de la fecha, el gobierno ha fijado el cumplimento de uso de la nueva denominación de "Estado Plurinacional de Bolivia" en todos los actos públicos y privados, en las relaciones diplomática internacionales y correspondencia oficial a nivel nacional e internacional.

Esta determinación ha sido tomada por el Ejecutivo mediante Decreto Supremo Nº 0048 de 18 de marzo de 2009.

La información fue proporcionada mediante nota interna enviada el pasado 20 de marzo a directores generales y jefes de gabinete por parte del Director General de Asuntos Jurídicos a.i. del Ministerio de Relaciones Exteriores, Marcelo Janko Álvarez.

Asimismo, este procedimiento se fundamenta en el Artículo 1º de la Nueva Constitución Política del Estado, que dice: "Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país."


Bolivia Estado Plurinacional y “Comunitario”

El cambio de República de Bolivia a Estado Plurinacional de Bolivia no es simplemente literario, encierra un profundo cambio en el tipo de país

Ya pasaron aquellas épocas en la que los bolivianos nos referíamos a nuestro país Bolivia como la República de Bolivia, hoy para hablar con propiedad debemos referirnos a ella como: "Estado Plurinacional de Bolivia", aunque lo correcto sería "Estado Plurinacional y Comunitario de Bolivia".
Las implicaciones de este cambio de nombre no son meramente literarios, más por el contrario reflejan una profunda diferencia de como conceptualizar y entender a este pretendido nuevo Estado.
Debemos recordar previamente el significado de cada uno de ellos, la intención es, encontrando la raiz de ambos, buscar la diferencia y tratar de extrapolarla, particularmente en el caso de la segunda ya que la primera no merece mayores consideraciones y son ampliamente conocidas y reconocidas por la gran mayoría.
El concepto de República.-
Cuando uno habla de república, no podemos menos que remontarnos a la época de la Antigua Roma, donde, surge la idea de la cosa pública. El pueblo romano entendió que el Estado es algo en lo que todos tienen participación, es decir, son parte del todo. Por lo que, la república somos todos y todo dentro de un Estado.
El concepto de Plurinacional y Comunitario.-
Este concepto bicéfalo, nacido a la vida política y social de nuestro país, importa dos elementos distintos que son conjuncionados o por lo menos conjuncionables: lo plurinacional como elemento que habla de muchas naciones, y lo comunitario que alcanza a señalar un modo de vivir y de entender y compartir la vida. Así pues, lo plurinacional comunitario, debería ser entendido como una multitud de naciones que deben compartir entre sí y para sí una vida en común, y perseguir en consecuencia un fin común.
Bolivia república, significó un concepto unificador que pretendió, aparentemente con un éxito moderado, hablar de una única nación, la nación boliviana, irradiada y distribuida dentro de un único Estado, de un único país, con un sistema de gobierno único y globalizador en todo el territorio nacional.
Es de desear que Bolivia, finalmente mediante este cambio tan profundo de entender su existencia pueda alcanzar el desarrollo, la integración, la unidad, la sana y pacífica convivencia
Bolivia Estado Plurinacional Comunitario, significa, o al menos pretende significar, una nueva forma de entender la unidad y la cooperación en la diversidad de los pueblos. Más, representa una apuesta muy fuerte a la actual situación del país, que si no es apropiadamente dirigida y sabiamente conducida, puede desembocar en un verdadero colapso de las instituciones y las autoridades legítimamente elegidas. Puede representar el descalabro social, económico, político y de unidad territorial.
Este destino apocalíptico sugerido por algunos y que se atribuye al nuevo modelo de país, tiene mucho que ver con la revolución, el cambio que se ha operado, que por consecuencia lógica, genera y generará una serie de incertidumbres e interpretaciones antojadizas de lo que representa, algunas más acertadas que otras, pero todas en el fondo intentos más o menos científicos de aproximarse a lo que espera a esta tierra.
La posibilidad de que no se comprenda el verdadero significado de lo que se pretende con el comunitarismo plurinacional, y que por tanto desemboque en tantas interpretaciones cuanto intereses existan, es muy grande y a la vez peligrosa para la sana convivencia y mutuo apoyo en la construcción de una sociedad.
Sin embargo, no podemos menos que desear que Bolivia, finalmente mediante este cambio tan profundo de entender su existencia pueda alcanzar el desarrollo, la integración, la unidad, la sana y pacífica convivencia que hasta hoy sólo parcialmente ha alcanzado.
Es de esperar, que el desarrollo económico finalmente pueda llegar y significar un destierro de la pobreza y lleve al conjunto de sus nacionales por muy diversos que sean, a la tan anhelada prosperidad.

viernes, 27 de marzo de 2009

martes exponen sus compañeras

Martes 31 exponen Ingrid y Ninoska, Yaru y Lourdes.
Recuerden que ya esta en este blog el documento de Carlos D. Meza Quisbert. Estudien.

Documento para jurado 13

II. La constitución de la Republica

EPOCA REPUBLICANA (1828 - 1899)Carlos D. Mesa Gisbert
La construcción de la RepúblicaLa salida del Mariscal Sucre de Bolivia y la presión del Gral. Agustín Gamarra que tras invadir el país pretendía la anexión de Bolivia al Perú, abrió un tiempo complejo y altamente inestable en el país en el periodo abril de 1828- mayo de 1829. Los interinatos del Gral. José María Pérez de Urdininea y el Gral. José Miguel de Velasco, dieron lugar a la reunión de una asamblea general en diciembre de 1828 que dejó sin efecto la primera elección del Mcal. Andrés de Santa Cruz (agosto de 1828) y eligió Presidente al Gral. Pedro Blanco, cuya tendencia era aceptar las presiones de Gamarra y la influencia decisiva del Perú en el destino de la joven nación. El asesinato de Blanco apenas cinco días después de su posesión cambió dramáticamente el rumbo de las cosas. La asamblea reconoció la elección original de Santa Cruz y entregó el mando al Gral. Velasco que había sido elegido su vicepresidente. Santa Cruz llegó a Bolivia en mayo de 1829 y el 24 de ese mes fue posesionado como Presidente constitucional de Bolivia.
Con esta decisión, la tensión entre Gamarra y Santa Cruz, que reflejaba la posición anexionista del Perú (Gamarra) y la integracionista de Bolivia (Santa Cruz) se resolvería por el segundo camino.
Andrés de Santa CruzSanta Cruz fue el verdadero constructor de la nación. Hasta su llegada al mando el país estaba sumido en el desorden, el déficit fiscal crónico, un ejército incipiente y desorganizado y una absoluta carencia de base institucional y legal. El único punto de referencia era la Constitución bolivariana proclamada en 1826. Los dos objetivos fundamentales del Mariscal de Zepita fueron la consolidación y fortalecimiento del país y hacer posible la confederación entre Bolivia y Perú.
Entre 1829 y 1835, Santa Cruz emprendió una tarea verdaderamente titánica. En su gobierno se dictaron dos constituciones, la de 1831 y la de 1834 que sustituyeron la concebida por el Libertador. La tarea de redacción de códigos inspirados en los códigos napoleónicos, colocó a Bolivia a la vanguardia de las naciones sudamericanas al ser el primer país del continente en contar con códigos civil, penal, de procedimientos, mercantil y de minería. En 1831 creó el departamento de Tarija que había decidido voluntariamente integrarse a Bolivia rechazando la opción de formar parte de la Argentina.
Su obra económica partió de la idea de ordenar el manejo del erario público votando los presupuestos en el congreso y manejando el tesoro con gran escrupulosidad. El ministro José María de Lara se ocupó de ese trabajo. Esa sola medida superó los graves déficits fiscales anteriores. Su política económica fue inicialmente proteccionista en un intento de impulsar la industria (particularmente textil), pero progresivamente fue abriendo fronteras en la medida en que la producción local no era competitiva. Fomentó la producción minera y en particular la de oro. Creó el primer banco del país, el Banco de Circulación y varios de rescate de minerales. Consciente de la importancia que tenía para el país una vinculación con el mar, declaró al puerto La Mar (Cobija), como puerto franco con un arancel único y lo visitó personalmente. Regularizó la propiedad de la tierra en el agro declarando propietarios a los caciques que demostraran posesión de por lo menos diez años de sus tierras. La creación de la moneda feble (acuñación de moneda con menor ley del metal de plata) fue a la larga contraproducente, pues terminó desvalorizando la moneda boliviana, generando un valor artificial e inflacionario al circulante. En sus nueve años y medio de gobierno promovió dos censos, el de 1831 y el de 1835. La población bordeaba el millón de habitantes.
En la educación superior creó la primera universidad en tiempo de la República, la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (1831) y luego la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba (1832).
Su imponente personalidad y la tarea de organizador le ganó el respeto de naciones europeas, con las que abrió relaciones, como Inglaterra y Francia o americanas como Estados Unidos.
Si bien el ejército boliviano nació al regularizarse las fuerzas revolucionarias que nos dieron la independencia, el verdadero ordenamiento militar se dio a partir de 1829 con un reglamento estricto, la contratación de oficiales extranjeros como Otto Felipe Braun y otros. En pocos años su modernización y pertrechamiento lo convirtió en una de las fuerzas militares más poderosas de Sudamérica.
La Confederación Perú-BolivianaEn 1835 Bolivia era una nación respetada en el continente, organizada y respaldada por leyes modernas, con una economía estable y poder militar significativo. En esas circunstancias Santa Cruz hizo realidad el sueño de su vida. El Mariscal de Zepita fue el único gobernante sudamericano que logró aplicar un proyecto integracionista. Se basaba en un pasado común, raíces históricas y culturales que se remontaban al periodo prehispánico, pre-inca e inca (el origen mítico del imperio en el Titicaca) y casi 250 años de historia colonial bajo el Virreinato del Perú. Los elementos comunes entre ambas naciones justificaban sobradamente la idea crucista.
Ante el caos reinante en un Perú dividido, su Presidente José Orbegoso casi inerme pidió apoyo a Santa Cruz. Las tropas bolivianas cruzaron el desaguadero en 1835. Los triunfos militares de Yanacocha frente a Gamarra y Socabaya frente a Santiago Salaverry consolidaron su poder en el sur, lo que le permitía encarar su gran proyecto. Para equilibrar el peso específico de los países confederados dividió al Perú en dos, norte con capital en Huaura y sur con capital en Sicuani. Bolivia mantenía su integridad. Reunió tres congresos, uno en Huaura, otro en Sicuani y otro en Tapacarí (Bolivia) que aprobaron la creación del nuevo estado confederado y nombraron a Santa Cruz su Supremo Protector. El 28 de octubre de 1836 se ratificó el pacto de la Confederación Perú-Boliviana.
Muy pronto surgieron las presiones externas, el dictador Rosas de la Argentina intentó intervenir en Bolivia pero sus fuerzas fueron derrotadas brillantemente por Braun en las batallas de Iruya y Montenegro. Pero el peligro más grande venía de Chile. Diego Portales, ministro del Presidente Fernando Errázuriz, planteó la tesis de que la única posibilidad de supervivencia de Chile en el futuro era la destrucción de la Confederación que era en todo superior a su patria. En 1837 Chile declaró la guerra y envió al Gral. Manuel Blanco Encalada que desembarcó en Ilo y atacó Arequipa. Santa Cruz lo rodeó y lo paralizó totalmente. Ingenuamente, el Protector le perdonó la vida y le permitió volver a Chile con un mensaje de paz que el congreso chileno no consideró. En 1839 el Gral. Manuel Bulnes desembarcó en el norte de Lima y derrotó a Santa Cruz en la batalla de Yungay. La oposición peruana y boliviana aprovecharon la oportunidad para hundir la Confederación y derrocar a Santa Cruz que no pudo volver a Bolivia ante el golpe de estado protagonizado por Velasco, que en el colmo de su anticrucismo envió una carta de felicitación a Bulnes a nombre del nuevo gobierno boliviano.
La consolidación de la independencia. IngaviEntre 1839 y 1841 Bolivia se sumió en el desorden y en el peligroso trance de su desaparición como estado soberano. Velasco gobernó un país en permanente conmoción. Al principio el gobierno de la “restauración” dictó una nueva Constitución (1839) y oficializó a Sucre como capital de la república. Enfrentó en su corto periodo el asedió del Gral. José Ballivián con fuertes aspiraciones presidenciales y de los seguidores de Santa Cruz que impulsaban la recuperación del mando arrebatado para éste. Ballivián fue desterrado a Perú y aliado con Gamarra emprendió una aventura en la que el peruano alimentaba de nuevo la idea de anexar Bolivia al Perú. En junio de 1841 Velasco fue derrocado. Entre junio y septiembre de ese año los precarios y breves gobiernos del Gral. Sebastián Agreda y luego de Mariano Enrique Calvo (nominalmente el primer Presidente civil de Bolivia) instalados en Cochabamba, ambos a nombre del depuesto Santa Cruz, terminaron ante la imposibilidad del Mariscal de volver a Bolivia. La fuerza militar de Ballivián tomó La Paz y proclamó a su jefe. Pero Gamarra una vez en Bolivia rompió con Ballivián y amenazó al país. Velasco desde el sur le ofreció sus tropas a Ballivián dejando de lado sus enconos personales y en noviembre de 1841 en los campos de Ingavi, Ballivián derrotó a Gamarra que murió en combate. Fue el último intento peruano por lograr la anexión, este triunfo militar significó la consolidación definitiva de la independencia boliviana.
El militarismo. Entre aristocracia y populismoLos seis años de gobierno de José Ballivián, descendiente de una aristocrática familia paceña, se inscriben en la continuidad de la línea crucista. Impulsó la educación, fortaleció las políticas de minería aumentando los bancos mineros de rescate y desarrolló una veta de proteccionismo económico a través del incremento de impuestos de importación de varios productos, estos son algunos rasgos que definen este periodo en el que comenzó el auge de la producción de cascarilla o quina. La quina se usaba en el mundo como medicamento para curar la fiebre terciana y reportó importantes ingresos al país. También aparecieron los primeros indicios de la explotación de guano en el Pacífico. La obra de Ballivián es fundamental en la integración del noreste boliviano. La creación del departamento de Beni que incluía las misiones de Mojos (1842) fue un paso fundamental, así como las exploraciones e investigaciones de ese territorio promovidas por el Presidente.
El censo de 1845 estableció una población de 1.378.896 habitantes, la inmensa mayoría asentados a más de 2.500 mts. de altura en las zonas del altiplano y valles.
Durante su gobierno Arica, igual que en el periodo colonial, volvió a ser el puerto natural de exportación e importación de Bolivia, con un tratamiento preferencial logrado en acuerdo con el gobierno de Perú.
A lo largo de su mandato, los intentos permanentes de su enemigo personal, el Gral. Manuel Isidoro Belzu por derrocarlo, culminaron en una escalada subversiva en 1847 que terminó en diciembre con el ingreso triunfal de Belzu a La Paz. El 23 de ese mes Ballivián resignó el mando en la figura del Gral. Eusebio Guilarte que apenas diez días después, fue derrocado por el Gral. Velasco quien tras nueve meses de precaria administración, poco pudo hacer como no fuera mantenerse en el mando hasta ser derrotado en diciembre de 1848 por Belzu en la batalla de Yamparáez.
Belzu marcó un giro en el relacionamiento del gobernante con su sociedad. Era hostil a la aristocracia chuquisaqueña y planteó un nuevo lenguaje que algún historiador ha definido como “socialismo cristiano”. Se proclamó defensor de los desposeídos, especialmente de los artesanos, atacó la propiedad privada, pero por sobre todo llevó adelante una política proteccionista radical, mucho mayor que la de sus antecesores que en algunos aspectos habían aplicado políticas económicas eclécticas. Sus medidas fueron aranceles contra la manufactura inglesa, leyes que prohibían a los extranjeros ejercer el comercio y creó monopolios de producción estatal. La producción de quina llegó a su momento de mayor auge hasta convertirse en uno de los items más importantes de ingreso para las arcas fiscales. En este periodo comenzó a renacer la minería que durante los primeros años de la república había atravesado una grave crisis. los cambios tecnológicos en Europa y Estados Unidos, permitieron la rehabilitación de minas inundadas y el comienzo aún incipiente de nuevos procesos industriales. En 1854 se realizó el quinto censo en periodo republicano, arrojando una población de 1.544.300 habitantes para un territorio mayor a los dos millones de km2. Por todo ello, el Presidente se convirtió casi en un mito para los más pobres que lo conocían como el “Tata”
Uno de los más pintorescos episodios de nuestro pasado atribuido erróneamente a Mariano Melgarejo, ocurrió en realidad en la gestión de Belzu. Un incidente surgido por el encarcelamiento de un comerciante norteamericano, provocó la intervención del embajador de la Gran Bretaña que fue expulsado del país, el móvil básico era en realidad la intransigente política proteccionista del gobierno, lo que provocó la ira del imperio británico y la supuesta frase de la reina Victoria que tachando a Bolivia del mapa afirmó “a partir de hoy Bolivia no existe para el imperio británico”.
Su gestión estuvo signada por la turbulenta inestabilidad. El Presidente sufrió un atentado protagonizado por el Cnl. Agustín Morales en Sucre que casi le cuesta la vida. José María Linares conspiró constantemente contra el gobierno, igual lo hicieron Ballivián, Velasco y el Gral. José María Achá. Hastiado de estas tensiones, convocó a elecciones que ganó en 1855 su yerno el Gral. Jorge Córdoba. Ninguno de los rasgos esenciales del gobierno de su mentor cambiaron, ni en la orientación de proteccionismo económico, ni en una administración que arrojó un interesante superavit en el tesoro del país. La diferencia estaba en la personalidad más bien débil de Córdoba. Pero es evidente que las ideas cada vez más proclives al liberalismo económico comenzaron a penetrar con fuerza en Bolivia. La debilidad de Córdoba terminó por doblegar a su gobierno. Las permanentes intentonas de Linares culminaron exitosamente en el triunfo militar de sus tropas sobre las del gobierno en Cochabamba.
Linares. Civil, dictador y moralistaEl 9 de setiembre de 1857 Linares llegó a la presidencia. De hecho fue realmente el primer Presidente civil del país, ya que Calvo tuvo un paso efímero por la primera magistratura.
Igual que Belzu, Linares impuso su fuerte impronta personal. Obsesionado por el ascetismo, la moralidad y la necesidad de orden como norma de conducta primordial, supeditó todo criterio a estas premisas y muy pronto se declaró dictador (setiembre de 1858), con la idea de que ese era un mecanismo político indispensable para aplicar su programa de limpieza ética. Por primera vez desde el nacimiento de la república consideró que el ejército era un lastre de gasto y foco permanente de sedición, por lo que redujo drásticamente sus efectivos (de 6.000 a 1.200) y su presupuesto. Comenzó por dar ejemplo de austeridad al reducir su salario y el de su personal de gobierno. Estableció una secante centralización administrativa a través de la creación de la caja central de pagamentos.
Mientras la quina declinaba, la minería se fortalecía con el uso de las maquinas de vapor, vagonetas y carriles. Comenzaban a consolidar su gran poder económico los grandes mineros de la época, Aniceto Arce, Gregorio Pacheco y José Avelino Aramayo, cuyo rol protagónico en política vendría después de la guerra del Pacífico. En 1857 se descubrieron los primeros depósitos de nitrato en el Litoral y comenzó el crecimiento demográfico y económico de la región, pero el control de este desarrollo económico estaba en manos de capitalistas ingleses y chilenos, no bolivianos.
Linares abrió el camino hacia el librecambismo que fue una tendencia casi inalterable de allí hasta el fin de la guerra del Chaco, si bien su gobierno alentó todavía restricciones en el comercio del mercurio y la acuñación de moneda.
Bolivia, que había nacido a la vida independiente con una mayoría abrumadora de población quechua-aymara en el área rural del altiplano y los valles interandinos, vivía en buena parte del tributo indígena que en 1860 representaba el 36% de los ingresos del erario, más del doble que cualquier otro rubro. El tributo obligatorio no implicaba ninguna retribución del estado a las comunidades indígenas, postergadas y totalmente fuera del circuito económico del país como no fuera para pagar sus tributos. La situación de los indios sin embargo, no había llegado todavía a su punto más crítico.
La política intransigente de Linares terminó por generar la conspiración. El fusilamiento de un sacerdote acusado de corrupción y las sanciones implacables para las contravenciones a la ley, dieron lugar a un alto grado de descontento en los sectores acostumbrados a medrar del poder.
Entre la inestabilidad, la dictadura y el librecambismoAnte la presión del belcismo que acosó sin tregua su gobierno, el dictador convocó a un congreso que le aceptara la dimisión y eligiera a su sucesor, el congreso nunca se reunió, un golpe de estado (enero de 1861) protagonizado por sus más estrechos colaboradores, dio lugar a la primera junta de gobierno de nuestra historia, integrada por quien fuera su ministro José María Achá, el también ministro de origen argentino Ruperto Fernández y Manuel Antonio Sánchez. La junta duró apenas tres meses, de ella fue elegido Presidente el Gral. Achá quien tomó el mando en mayo de 1861.
La fuerte presión expansionista chilena en el Litoral, por la instalación de intereses chilenos y brasileños en la explotación del salitre, comenzó a generar conflictos de límites propiciados por Chile para copar la rica región salitrera y guanera de Mejillones. Una intención de declaratoria de guerra del congreso boliviano impulsada por el patricio Rafael Bustillo no prosperó.
En octubre de 1861 la acción represiva del Cnl. Plácido Yáñez que a título de sofocar una rebelión detuvo y encarceló a más de medio centenar de ciudadanos, entre ellos el expresidente Córdoba, terminó en una implacable masacre en la que fueron asesinados el propio Córdoba y más de sesenta militares y civiles. Días después, Yáñez fue ajusticiado por una poblada que lo linchó en la misma plaza principal de La Paz.
La política agraria tuvo un importante giro con el decreto de 1863 que apelaba a la legislación de 1825 y 1831, que reconocía la propiedad de la tierra por parte de los indígenas, aunque establecía que las tierras libres se podían subastar. Los diezmos fueron sustituidos (1861) por un impuesto territorial.
Después de las elecciones de 1862 que ganó en medio de acusaciones de fraude, Achá quiso convocar a elecciones libres en las que debían participar las principales facciones políticas, los “rojos” influidos por las ideas del linarismo y los populistas, fanáticos seguidores de Isidoro Belzu.
La ascendente figura del Gral. Mariano Melgarejo, hombre violento, primario y de impulsos temerarios, con fuerte ascendiente en el ejército, culminó en diciembre de 1864 con la toma del cuartel de los húsares que desató la rebelión total y la caída de Achá. Melgarejo gobernó seis largos años. Más allá de sus características personales que implicaron la aplicación de la arbitrariedad dictatorial y la frecuencia de episodios bochornosos transformados en insólitas anécdotas que han hecho historia, Melgarejo fue respaldado por la elite minera en pleno ascenso, aplicó de manera franca una política económica librecambista con libertad plena para las exportaciones. Ejercitó una política agraria que marcó la destrucción sistemática de la propiedad de las comunidades originarias, que había respetado incluso la colonia española. En 1866 estableció que las tierras debían consolidarse mediante un pago de entre 25 y 100 pesos, si este pago no se cumplía, las tierras indígenas pasaban a propiedad del estado en un plazo de sesenta días. Esta determinación fue el comienzo del más grande despojo de tierras de comunidad en toda la historia republicana.
La espectacular expansión del crecimiento mundial y los cambios tecnológicos trajeron consigo un impacto directo de inversión externa en la costa boliviana, lo que determinó que por primera vez un gobierno boliviano recibiera ofertas concretas de inversión que implicaban concesiones de derechos y aún de territorio a cambio de ingresos sin antecedentes en las rentas del país, estancadas por décadas. Esto condujo al nefasto tratado de 1866 en el que Bolivia aceptaba la explotación conjunta con Chile recibiendo al 50 % las riquezas obtenidas que eran bolivianas en su integridad. En 1867 firmó con Brasil un tratado por el que cedía el acceso directo al río Madeira y perdía una superficie de casi 300.000 km2.
A favor de este gobierno hay que reconocer la inserción de maquinaria de vapor, por ejemplo en el trabajo de la Casa de la Moneda de Potosí.
En 1865 se produjo el mayor levantamiento contra Melgarejo, liderado por Belzu quien logró copar La Paz y tomar triunfante el palacio de gobierno donde se hallaba Melgarejo. En un confuso episodio, Melgarejo o uno de sus hombres disparó contra el caudillo triunfante y lo asesinó, revirtiendo la situación en su favor, lo que le permitió mantenerse en el poder hasta 1871.
La extrema violencia de Melgarejo que había sido acompañado por su “super ministro” Mariano Donato Muñoz en la aplicación de su política económica, terminó por aislarlo totalmente. En noviembre de 1870 se produjo un levantamiento comandado por el Gral. Agustín Morales y el Dr. Casimiro Corral. Tras largas escaramuzas, en enero de 1871 Melgarejo fue derrocado y Morales accedió al mando.
Morales, hombre de carácter inestable, condujo una política plenamente liberal en el tratamiento a la minería, al punto que anuló el monopolio del estado en la exportación de la plata, cuya importancia era cada vez más creciente en la economía nacional. Eliminó la moneda feble que el estado había mantenido desde los tiempos de Santa Cruz y como consecuencia de ello creó el Banco Nacional con el objetivo de reorganizar el sistema monetario nacional.
La política agraria de Morales por iniciativa de Casimiro Corral, revirtió las disposiciones de Melgarejo. En 1871 se restituyó la propiedad indígena, sin trámites ni pago alguno, tal como estaba antes de los decretos de Melgarejo. La medida duró poco por las determinaciones de los sucesivos gobiernos liberales.
Como otros muchos gobiernos de facto que le antecedieron, Morales hizo aprobar una nueva Constitución (1861) y convocó a elecciones que ganó. En 1872 su sobrino Federico Lafaye, a quien había vejado en el salón rojo de palacio de gobierno, le descerrajó dos tiros y le quitó la vida. Reunido de emergencia, el parlamento nombró Presidente constitucional interino a Tomás Frías.
Frías, cuyo espíritu legalista era muy evidente, aceptó el mando con el único objeto de convocar a elecciones generales y gobernó solo cinco meses. Las elecciones de 1873 fueron las primeras en la que realmente puede hablarse de pluralidad. Aunque el sistema electoral era de voto restringido -no podían votar las mujeres ni los analfabetos y no podían ser electos quienes no tuvieran una determinada renta- hasta entonces las elecciones habían sido un simple formalismo para legitimar gobiernos de facto o respaldar a los candidatos oficiales. Compitieron el Cnel. Adolfo Ballivián y el Dr. Casimiro Corral. Sobre 16.674 votos emitidos, Ballivián obtuvo el 38,6 % y Corral el 33,7 %. Por primera vez el parlamento tuvo que elegir Presidente al no haber obtenido ninguno mayoría absoluta. Los congresales ratificaron el triunfo por mayoría relativa de Ballivián.
En este breve periodo se ratificó un tratado secreto de defensa entre Bolivia y Perú que se había negociado en 1872 y que sería clave en el conflicto que se avecinaba. El mandato de Ballivián fue breve, un cáncer acabó con la vida del Presidente apenas ocho meses después de haberse posesionado. Representante de la elite criolla, el Presidente buscó obtener un crédito en Europa que le permitiera reestructurar la diversidad de deudas contraídas por anteriores gobiernos. Uno de los objetivos era también comprar dos blindados que pudieran inaugurar la armada boliviana sin presencia alguna en el Pacífico, ambas ideas fueron desechadas por el congreso que fue cerrado por el Presidente. La caída de la plata ante la creciente adopción del patrón oro, condujo a eliminar casi todo gravamen sobre este mineral, favoreciendo los intereses de los empresarios mineros.
A la muerte del Presidente volvió al mando Tomás Frías por el mecanismo de sucesión establecido en la Constitución, que hacía Presidente al presidente del consejo de estado. Frías enfrentaba una debilidad intrínseca al no contar con el respaldo militar y al no estar totalmente integrado con las elites de la minería, pero en lo relativo al problema agrario la posición de su gobierno ratificó el carácter de las leyes de Melgarejo. En 1874 sobre el argumento de la necesidad de modernizar y mecanizar la producción agrícola del país, en el más puro ideario liberal, Frías ratificó la propiedad indígena, pero estableció el concepto de propiedad individual, la necesidad de refrendar esa propiedad con un título, su capacidad de venta y transacción y la instalación de una revisita que establecería las características exactas de propiedad.
Durante todo este periodo se ofrecieron inversiones en el Litoral como el contrato Church o el López Gama para la construcción de un ferrocarril o la supuesta inversión de dos millones de libras esterlinas, que nunca se concretaron. Las concesiones de explotación minera en la mayoría de los casos no reportaron beneficio alguno al estado y fueron frecuentemente negociados.
Cuando se preparaban elecciones para 1876, el Gral. Hilarión Daza que había sido protegido de Frías desencadenó un golpe de estado y se hizo del poder. Frías dejó el mando sin oponer resistencia alguna.
La guerra del PacíficoEl gobierno de Daza coincide con uno de los momentos más dramáticos de toda la historia boliviana, el conflicto bélico del Pacífico desencadenado por los intereses expansionistas de Chile, la presencia mayoritaria de súbditos chilenos en nuestro territorio, la dificultad de vinculación de nuestra costa con el centro político económico ubicado en las alturas de los Andes, los voraces intereses del imperialismo inglés ligado a capitales y políticos de Chile y la sucesión de tratados que fueron aprovechados por Chile para sacar ventajes en la región. La decisión del gobierno de Daza -atribulado por una espantosa sequía y una epidemia de peste que azotaron el país y lo dejaron desabastecido- de imponer un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, fue el detonante del conflicto. Chile apelando a un tratado de 1874 que eximía a las empresas exportadoras de todo gravamen, decidió la invasión de Antofagasta el 14 de febrero de 1879.
Los derechos bolivianos sobre el Pacífico vienen de la etapa prehispánica, probada por la presencia de Tiahuanacu en el Litoral y la expansión incaica posterior. El virreinato del Perú definió claramente sus límites al sur en el paralelo 25 a la altura del Paposo (valle de Copiapó). Este límite fue heredado por Bolivia como consta en toda la cartografía internacional de la época. La superficie del Litoral era de aproximadamente 120.000 km2. Si bien era parte del departamento de Potosí, tenía un estatus equivalente al de un departamento al tener su propio prefecto. Su capital era Cobija, pero sus centros más importantes eran Antofagasta y Caracoles. En el momento de la guerra su población aproximada era de 15.000 habitantes. Los productos fundamentales de la región eran el guano, el salitre y la plata, verdaderos móviles del conflicto.
Militarmente Bolivia tenía una gran desventaja, ausencia absoluta de naves de guerra en el mar. La invasión de Antofagasta fue muy fácil, Bolivia carecía de fuerza militar allí y la mayoría de la población era de origen chileno. El 26 de febrero, anoticiado el gobierno del hecho se aprestó a organizar la defensa. El rápido avance de Chile al interior del territorio determinó la heroica acción de Eduardo Abaroa, Ladislao Cabrera y un puñado de bolivianos en Calama. El 23 de marzo de 1879, un destacamento de medio millar de tropas chilenas atacó el pueblo defendido por algo más de un centenar de bolivianos. Abaroa defendió el pequeño puente del río Topater, ofrendando su vida en esa defensa.
El embajador boliviano Serapio Reyes Ortiz viajó a Lima para pedir la ejecución del tratado secreto de defensa mutua de 1873. Chile declaró la guerra al Perú que entró en el conflicto. Durante todo 1879 la campaña en el mar tuvo como gran protagonista al monitor peruano Huáscar y a su intrépido almirante Miguel Grau, que durante seis meses jaqueó a la armada y a los puertos chilenos con varias acciones exitosas, entre ellas el hundimiento del barco chileno Esmeralda. Finalmente en octubre, todos los barcos de guerra de Chile persiguieron y hundieron al heroico Huáscar, acción en la que murió Grau. Esa derrota fue decisiva para el control del mar por parte de Chile. En noviembre los chilenos atacaron Pisagua, puerto peruano defendido por tropas peru-bolivianas. La toma de Pisagua abrió la brecha del ataque a territorio del Perú.
El Presidente peruano Mariano Ignacio Prado tomó el mando general de las acciones. Hilarión Daza se trasladó a Tacna con un contingente de 6.252 efectivos. Seis meses después de un tedioso estacionamiento en esa ciudad, Daza se movió para apoyar al Gral. peruano Buendía en la defensa de Iquique. Extrañamente a medio camino, en un lugar llamado Camarones, el contingente boliviano se detuvo y retornó a Arica. Esta defección aún inexplicable, minó seriamente el prestigio del Presidente boliviano y fue un duro golpe a la moral de los aliados. Buendía fue derrotado en la batalla de San Francisco en la que casi 11.000 aliados enfrentaron a 6.500 chilenos parapetados en las alturas de una colina que no pudo ser tomada, a pesar de los bravos esfuerzos de algunos contingentes aliados por tomar la plaza.
Pocos días después en Tarapacá los aliados se anotaron el único triunfo importante de la contienda, al derrotar sin atenuantes a 4.000 soldados chilenos a quienes obligaron a retirarse, tras dejar centenares de muertos y heridos en el campo. En tanto, el Gral. Narciso Campero organizó en Bolivia la quinta división para apoyar las operaciones aliadas en el desierto de Atacama. Entre octubre de 1879 y enero de 1880 la división recorrió errática más de 1.000 km., con un triunfo aislado en Tambillos y la inexplicable decisión de no atacar Calama.
Pero la retirada de Camarones y el desastre de San Francisco decidieron la suerte de Prado y Daza. El peruano marchó a Europa con el peregrino argumento de que iba a comprar algunos blindados para su armada. A los pocos días fue derrocado por Nicolás de Piérola. Daza fue depuesto en Arica por los coroneles Lizardo Montero del Perú y Eliodoro Camacho de Bolivia. El profundo descontento popular por los resultados bélicos llevó al país a la confusión, una junta de gobierno organizada en La Paz por Uladislao Silva pretendió hacerse del poder sin éxito. Tras varias escaramuzas, finalmente primó la razón y esa misma junta decidió nombrar como Presidente provisional al Gral. Campero precedido de un gran prestigio por su formación académica militar en Francia. Campero llegó a Tacna como jefe supremo del ejército aliado y emprendió camino para enfrentar a los chilenos en el llamado Alto de la Alianza, el punto clave de defensa de la ciudad de Tacna. Fue la mayor confrontación militar del desierto, 19.000 efectivos chilenos enfrentaron a 12.000 aliados el 26 de mayo de 1880. La intervención valiente de los regimientos Colorados de Bolivia, Murillo y Zapadores no fue suficiente para frenar la ofensiva chilena en la que la caballería de Yavar tuvo un papel decisivo. Más de 5.000 hombres entre muertos y heridos quedaron regados en el campo. Los aliados fueron derrotados y Tacna tomada. El ejército boliviano se replegó a las montañas y Bolivia se retiró de la guerra. Chile tomó Arica e invadió Lima. La guerra terminó en 1883 después de casi un año y medio de intervención chilena al Perú. Bolivia perdió su acceso soberano al océano Pacífico y todo el territorio del Litoral que fue ocupado por Chile.
La República oligárquica. Los conservadoresLa derrota en el Pacífico y la mutilación de nuestro brazo territorial con acceso al mar causó una herida que Bolivia no pudo cerrar hasta hoy, con un daño económico incalculable, pero además cortó nítidamente la historia de nuestro siglo XIX. El periodo de inestabilidad crónica y el militarismo recurrente fueron sustituidos por un nuevo proyecto de estado. La elite dominante decidió organizar la nación sobre el modelo demoliberal y tomar directamente las riendas del poder. Así nació lo que se ha denominado el estado oligárquico. Este cambio tenía que ver con la consolidación del poder minero de la plata, que implicó una opción de recuperación económica después de un largo periodo de depresión y estancamiento (1840-1880).
El 26 de mayo de 1880, significativamente el mismo día de la derrota final de Bolivia en el Alto de la Alianza, se reunió la convención que cambió el destino boliviano. Hombres como Arce, Pacheco, Mariano Baptista, Severo Fernández Alonso, Nataniel Aguirre, Belisario Salinas o Modesto Omiste, aprobaron una nueva Constitución, la décimo primera del país, que en realidad era la ratificación, salvo un artículo, de la aprobada en el gobierno de Daza en 1878. Este texto marcaba la reafirmación liberal de la vocación de las elites. Conceptualmente individualista, mantuvo el criterio de los derechos y garantías de la persona y subrayó el derecho sagrado de la propiedad privada. Recuperó la figura vicepresidencial, incluyendo dos vicepresidencias y el sistema bicameral. Pero la trascendencia de la Constitución del 80 la determinaron los hechos. Ha sido la Constitución con mayor vigencia en nuestra historia (1880-1938), salvo las modificaciones puntuales de 1921 y de 1931. Esa misma convención eligió Presidente constitucional a Narciso Campero que hasta entonces ocupaba el cargo provisionalmente.
La fuerte vinculación de los mineros de la plata con capitales chilenos, determinó dos líneas de razonamiento, la necesidad de cerrar la página de la guerra en la línea del pacifismo y tomar una postura de acercamiento a Chile para intentar sacar ventajas pragmáticas de esa situación. La otra línea defendida por un sector del país representado en el parlamento, sostuvo la postura guerrista que se fue diluyendo en gran medida por la evidente inferioridad de condición económica y militar de Bolivia con relación a Chile.
Este momento coincide también con el nacimiento de los partidos políticos como estructuras organizadas. El gran ideólogo del periodo es Eliodoro Camacho que estableció de manera orgánica los principios del ideario liberal, que serían la base ideológica de los partidos hasta la guerra del Chaco. Libertad política, económica e individual era el trípode de esas ideas. La confrontación entre liberales y conservadores era de facciones personales, de grupos de poder, de intereses económicos y de región. Los conservadores eran conocidos entonces como demócratas (Pacheco) y constitucionales (Arce) y representaban intereses individuales, que resolvieron en la elección de 1884 el poder de la plata y la fuerza del sur. Los liberales de Camacho tenían mucha mayor unidad ideológica, terminarían representando el poder del estaño y los intereses del norte (La Paz-Oruro).
La tarea de Campero fue el restañamiento de las heridas económicas dejadas por la guerra, la sequía y la peste, recuperación que tuvo que ver con la modernización del sector minero y el auge de los precios internacionales de la plata. Las elecciones de 1884 llevaron al poder a Pacheco. Fue una contienda reñida con otro minero, Aniceto Arce. El poder económico de los mineros pudo más que el liberalismo, pero fue una elección relativamente libre dentro del marco del voto restringido (40.000 votantes en un país de 1.600.000 habitantes). El congreso ratificó a Pacheco, que había ganado por mayoría relativa. Por primera vez en la historia un gran empresario ocupaba el solio presidencial.
La disminución de la importancia del tributo indígena para el erario, facilitó la política de expoliación de las tierras de comunidad iniciada por Melgarejo, se abrió la economía extractiva al mercado mundial, tanto para la exportación de productos como para la importación de capital y tecnología. Esta realidad implicó también un proceso de modernización relativa en el ámbito urbano a partir de la llegada del ferrocarril, la energía eléctrica y el telégrafo. La minería dio el salto básico de su modernización técnica y de producción que no se detendría hasta mediados del siglo XX. Pero ni el gobierno de Campero ni el de Pacheco pudieron equilibrar el déficit fiscal, sino hasta el postrer año de administración de este último.En las relaciones internacionales, Bolivia firmó un pacto de tregua con Chile que era el preanuncio del acuerdo de 1904. El enclaustramiento obligó a buscar otras rutas de salida para Bolivia, la exploración del Chaco y la expedición que unió Tarija con Asunción tuvieron que ver con esa idea. Un debate que dividió a conservadores y liberales fue la cuestión religiosa, ya que los liberales apoyaban la libertad de cultos y el derecho a la libre conciencia.
Las elecciones de 1888 mostraron la obvia preferencia y manipulación del oficialismo por el candidato Arce que había hecho un “pacto de caballeros” con Pacheco para garantizar su presidencia. Arce fue sin duda la gran figura de los conservadores, su energía creadora y su decisión de llevar adelante sus ideas contra cualquier obstáculo, permitió que pudiese consolidar la inserción boliviana en el mercado internacional con la creación de bancos como los dos hipotecarios y la promulgación de la primera ley de bancos. Pero la obra magna de Arce fue la construcción del ferrocarril entre Ascotán (límite con el departamento de Litoral en poder de Chile), que conectaba con el construido hacia Antofagasta por la compañía salitrera de Antofagasta y tenía su destino final boliviano en Oruro. El ferrocarril permitía mayor eficiencia de exportación de los minerales bolivianos, en buena parte de propiedad del propio Arce, pero la línea férrea no se detuvo en Huanchaca sino en Oruro. El 15 de mayo de 1892 el Presidente remachó el último clavo de la riel en la estación de Oruro, a pesar de la fuerte oposición de quienes decían que esa línea era el mejor camino para la invasión chilena. Fue uno de los pasos decisivos hacia la modernización y vinculación externa de Bolivia. Obsesionado por la vinculación interna trabajó en la carretera Sucre-Potosí y Sucre-Cochabamba, la obra mayor en estas vías fue el hermoso puente Arce. En 1889 se instaló la primera línea telefónica.
En 1892 fue electo en las condiciones más irregulares, con persecución de parlamentarios opositores y una aprobación ilegitima en el congreso, Mariano Baptista. En 1894 al retorno de Daza para justificarse ante el país, se produjo su asesinato en Uyuni, hecho que nunca pudo esclarecerse. En 1895 se firmó un nuevo tratado con Chile que reconocía soberanía de ese país sobre el Litoral usurpado y en el que Chile se comprometía a ceder un puerto soberano a Bolivia. El gobierno se preocupó por la educación técnica en coordinación con la iglesia a través de las escuelas de artes y oficios.
En 1896 los conservadores se reprodujeron en el poder bloqueando toda posibilidad liberal, con la elección de Severo Fernández Alonso, esta vez frente al Cnl. José Manuel Pando que sustituyó como candidato a Eliodoro Camacho. A Alonso le tocó enfrentar el dislocamiento entre norte y sur. Un año antes de la hecatombe, en 1897 se exhibió la primera película cinematográfica en La Paz.
La guerra federalEn 1898 la aprobación de la ley de radicatoria que forzaba al Presidente a permanecer en Sucre y pedir autorización para salir de la capital, fue el detonante de una confrontación que esperaban La Paz y los liberales. Una junta organizada en La Paz declaró el federalismo. Alonso partió a Oruro para sofocar la rebelión. Los federales fueron comandados por Pando, quien de modo audaz se alió con los indígenas aymaras liderados por Pablo Zárate Willka. La guerra dejó un saldo de por lo menos 1.300 víctimas entre muertos y heridos. Las tropas chuquisaqueñas cometieron abusos muy graves, como la masacre de 90 indígenas en Santa Rosa. En Corocoro fueron hostigados y expulsados cuando intentaban pertrecharse. En enero de 1899 Pando derrotó a Alonso en la batalla del primer crucero y lo obligó a desistir de su idea de atacar La Paz. Los saldos del ejército de Alonso fueron masacrados sin piedad por los comunarios aymaras en Ayo Ayo, el episodio que recuerdan con mayor sentimiento en Chuquisaca. Pero el hecho más terrible fue el de Mohoza, pueblo en el que 130 efectivos del ejército liberal de Pando que a pesar de ser aliados, fueron masacrados por los indios al mando de Lorenzo Ramírez. En abril, en las proximidades de Oruro, en la batalla denominada del segundo crucero Pando derrotó definitivamente a Alonso, hecho que lo obligó a renunciar a la presidencia. 4.000 combatientes se enfrentaron allí. La actuación de Zárate y sus hombres fue decisiva para la victoria. La evidencia de que los indios tenían su propio proyecto de una gran insurrección reivindicando sus derechos sobre la tierra, hizo que Pando se deshiciera de Zárate a quien apresó junto a otros líderes indígenas. Zárate fue muerto en extrañas circunstancias en 1903. La junta integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla, gobernó entre abril y octubre de l899.
La bandera federal se arrió casi tan pronto como se había izado. Los liberales tomaron el poder y La Paz se convirtió de hecho en sede de gobierno. En octubre de 1899 Pando fue elegido Presidente por la convención nacional en Oruro.
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miércoles, 11 de marzo de 2009

ahí va el documento de Torrez ëxito...

TEMA 1. La sociología boliviana frente al espejo. A propósito de la perspectiva eurocéntrica de la sociología boliviana por Yuri F. Tórrez 1 Este artículo forma parte de las reflexiones de la tesis doctoral en curso titulada Los Ángeles caídos: El espejo eurocéntrico de la ciencia social boliviana. 2 Sociólogo cochabambino. Candidato a Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos en la Universidad Andina Simón Bolívar-Sede Quito (Ecuador). Docente universitario e Investigador social del Centro Cuarto Intermedio (Cochabamba) y del Centro Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) (Buenos Aires). Desde la presencia de los primeros cronistas hasta los sociólogos contemporáneos pasando por los intelectuales marxistas y nacionalistas de la mitad del siglo XX, la mirada “ilustrada” y “omnisciente” de los intelectuales estuvo –y está-- marcada sin duda por los senderos de un proceso de construcción y de representación sobre la realidad social boliviana ajena a las propias especificidades de la sociedad boliviana. Estas características fueron signadas primordialmente por los mitos en torno al progreso con su ideal teleológico de construir un Estado y de definirse como una nación moderna. En este sentido, la trayectoria del pensamiento y de la sociología boliviana “erudita” discurrió por las sendas del eurocentrismo, es decir, marcada, fundamentalmente por la influencia de la “ilustración europea”, este influjo tiene su correlato no solamente en la asimilación ipsu facto de los conceptos y de las teoría provenientes de Europa; sino, sobre todo, por la internalización de aquellos (pre)supuestos epistémicos centrados en visiones civilizadas con el propósito cierto de superar las condiciones naturalistas legadas de un pasado originario ajeno a los procesos de la ilustración que configuraría a posteriori las “luces” correspondientes para el (re)encauzamiento de la configuración societal por los designios del proyecto de la modernidad. Si bien, desde la long dureu, las visiones eurocéntricas logran enlazar la configuración de una matriz epistémica a partir de la cual hegemoniza el locus de enunciación para la correspondiente mirada o el abordaje de la realidad social boliviana: cronistas, criollos ilustrados de la naciente república, liberales, sociólogos positivistas, nacionalistas, marxistas hasta los sociólogos neoliberales; no obstante, como señala Javier Sanjinés el “mismo proceso racionalizador –el perspectivismo—que fue penetrando la sociedad boliviana del Siglo XX, dominando las expresiones colectivas que pertenecían a las emociones y a las costumbres locales” . Este proceso que va prefigurando el imaginario cruza temporalmente los diversos momentos históricos. Como dice Walter Mignolo “Pensemos en tres etapas cronológicas que coexisten hoy en contradicciones diacrónicas. El imaginario del período colonial, el imaginario del período nacional y el imaginario del período post-nacional que estamos viviendo”. Este imaginario colonial persistente es resultado del proceso cartesiano de la racionalización, el mismo fue asimilado por las distintas élites intelectuales y fundamentalmente por los sociólogos que con sus etiquetas de “politólogos ilustrados”, a pesar de sus diferencias políticas e ideológicas comparten un rasgo epistémico común: la visión “ilustrada” de describir, analizar o reflejar a la sociedad boliviana. Por lo visto, la idea de la “simultaneidad contradictoria” elucubrada por Antonio Cornejo Polar posibilita entender la idea de –dice Sanjinés-- una continuidad entre el presente nacional y el pasado colonial. Dicha continuidad es imaginaria porque corre paralela a la ruptura real del orden colonial español. Se trata, pues, de que esa “simultaneidad contradictoria” está alojada en el imaginario colonial de las distintas “élites intelectuales” bolivianos, devela que la colonialidad del saber y el patrón cognitivo/epistémico que sostiene al mismo es muy difícil de extirpar y más bien se reactiva en momentos de alta conflictividad, o mejor dicho, de la insurgencia de las huestes subalternas indígenas. Aunque es ilusiorio pensar en la posibilidad que haya un pensamiento esencialista emergida de las propias especificidades culturales; sin embargo, la recurrencia de recurrir a los dispositivos ideológicos/epistémicos modernos produce como efecto paralelo que estas miradas sociológicas están marcadas por el espejo eurocéntrico, el mismo produce una ceguera sobre la(s) realidad(es) específica(s) boliviana(s). En un país tan complejo socio/culturalmente es muy difícil su abordaje desde perspectivas homogéneas y unilaterales ya que las mismas no alcanzará a desentrañar las propiedades socio/culturales del país. Por lo tanto, la pretendida universalización de estos criterios teóricos/metodológicos en el abordaje social produce una discriminación epistémica con secuelas ciertamente en los procesos de representación emanados de esta mirada excluyente. Asimismo, la dimensión temporal conculcada por criterios occidentales que va delinear luego las visiones teleológicas sobre la utopía del porvenir, tiene un reparo en la dimensión local, por ejemplo, en las áreas andinas de Bolivia el tratamiento del tiempo tiene otras significaciones socio/culturales ya que este tipo de tratamiento está articulado, por ejemplo, al “tiempo de los dioses” que en el caso boliviano no es horizontal, sino cíclico rompiendo de esta manera los parámetros occidentales de la visión profética de la mirada occidental. Ahora bien, este espejo eurocéntrico en el caso del pensamiento y de la sociología boliviana, configura un altar sagrado en la que el intelectual ilustrado que alimentando su propio cogito ergo sum cartesiano se asienta para ver la realidad social. Este distanciamiento no sólo es privilegio de los intelectuales positivistas; sino que el mismo es una constante en las diferentes dimensiones de la tarea intelectual boliviana. Esta jerarquía intelectual produce, por lo tanto, un epismecidio (como diría Bovanetura de Sousa) ya que produce un racialización cognitiva se debe fundamentalmente a que la mirada se anida en los criterios binarios del estado de naturaleza y el estado social develando de esta manera una estigmatización cultural, se parte de la noción que la “civilidad” es el eje ordenador de las relaciones sociales, sobre todo, políticas y, por lo tanto, todo aquello que no ensambla en esta matriz epistémica es vista como la expresión más elocuente de un estado de barbarie. El dispositivo ideológico/epistémico desplegado en el discurrir histórico del pensamiento y de la sociología boliviana surgido desde el perfil letrado de los intelectuales se percibe una constante no solo articulada a la legitimación de los procesos hegemónicos en boga; sino a la persistencia de un canon ontológico que posibilite el proceso de representación, por ejemplo, con relación a la emergencia política de la subalternidad indígena. Esta representación vista desde el espejo eurocéntrico de la perspectiva cartesiana se va estigmatizando y reduciendo la capacidad política de la insurgencia indígena en diferentes momentos históricos a un estado de naturaleza arguyendo discursos raciales y alimentando miedos por la supuesta invasión de los sujetos subalternos/indígenas no sólo en los espacios territoriales “civilizados”; sino fundamentalmente en los espacios de poder, esta cuestión sereflejará, por ejemplo, cuando en el siglo XXI un indígena llega al presidencia de la República. Esta situación provoca que aflore los rasgos raciales en la mirada “ilustrada” de la sociología boliviana que bajo la etiqueta de politología abordan este fenómeno socio/político. Efectivamente, la representación desplegada por los intelectuales ilustrados –cronistas, doctos, positivistas, nacionalistas o marxistas-- sobre el accionar de los sujetos subalternos, particularmente indígenas, devela la existencia de un imaginario colonial –como diría Silvia Rivera-- presente en la intelectualidad letrada boliviana. Para este afán intelectual los parámetros ontológicos y epistémicos de homogeneizar a la sociedad boliviana, el proceso lineal del mestizaje que para Javier Sanjinés es el verdadero ethos de la modernidad boliviana, sirve como un ejemplo ilustrativo de la persistencia de este tipo de mentalidad anclada en los ejes constitutivos de un patrón cognoscitivo “letrado” de cuño eurocéntrico que va marcando la configuración de una jerarquía o una distancia epistémica entre el intelectual letrado y la realidad social. Para ilustrar, la historiografía tradicional, de autores “clásicos” y todavía muy utilizados fuera del gremio como Arguedas, Fellman Velarde, Valencia Vega, por ejemplo, como diría Rossana Barragán ha construido una imagen negativa de los indígenas, enfatizando su “ignorancia’, valorada desde los patrones occidentales” complementaría María Lema. En la trayectoria del pensamiento social boliviano, particularmente en la filosofía de Guillermo Francovich y otros de conciliar los postulados universales con los autóctonos se van enfrentando vanamente en su propósito de lidiar con el eurocentrismo, que no sólo el de Hegel sino también de Heidegger y su idea de la determinación y exclusividad de lo filosófico como herencia íntima y propia de la Europa occidental diría Carlos Peñeiro. Para ello plantea su transcendentalismo como una posibilidad cierta de superar estas ideas articuladas al canon ontológico occidental. No obstante, su esfuerzo de desprenderse de los ejes ordenadores de la Razón occidental tropieza por la forma eurocéntrica de concebir a las propias dimensiones de la especulación filosófica. En todo caso, el pensamiento de Francovich forma parte del mismo patrón cognoscitivo y ontológico que le brinda el pensamiento eurocéntrico de la filosofía occidental sus insuficiencias para la comprensión de otras realidades ajenas, como la boliviana, a la occidental. Asimismo, la especulación filosófica en el caso de Francovich forma parte de un estímulo estético –al puro estilo borgiano— para dar cuenta de la imposibilidad cierta de superar los lineamientos epistémicos de la mirada occidental. Ahora bien, esta recurrencia al pensamiento filosófico de Francovich es para esbozar las dificultades no solo de la filosofía, sino globalmente del pensamiento social y de la propia sociología boliviana de desengancharse de aquellos (pre)supuestos venidos de la cultura occidental y que tiene en Franz Tamayo en un referente inequívoco de este rasgo ya que las geopolíticas del conocimiento articulados a la colonialidad del poder/saber son consabidas como “La trampa es que el discurso – dice Walter Mignolo -- de la modernidad creó la ilusión de que el conocimiento es desincorporado y des-localizado y que es necesario, desde todas las regiones del planeta, ‘subir’ a la epistemología de la modernidad. Vale decir, en la geocultural del mundo moderno las historias del saber en América Latina, y en consecuencia en Bolivia, están localizadas en aquellos referentes geográficos de las metrópolisis europeas. En todo caso, la génesis del pensamiento y posteriormente de la sociología boliviana deviene de la imposición de una matriz epistémica de corte eurocéntrico, el mismo cruza las distintas temporalidades del quehacer intelectual boliviano, les posibilita a esta intelligentzia boliviana a partir de sus bibliotecas catedralicias, no solo mirarse a así misma bajo los reflejos del espejo eurocéntrico, sino alcanzar una cierta jerarquía muy necesaria para sus estrategias de posicionamiento no sólo epistémico; sino político con relación a la realidad social y política. Es decir, esa distancia ontológica, particularmente en la ciencia social boliviana responde a las pretensiones científicas de la misma que tiene ciertamente sus reparos al momento de analizar la realidad social en una sociedad tan compleja culturalmente como la boliviana en la que coexisten distintas lógicas temporales. En ese sentido, los criterios racionales y científicos propagados por la modernidad occidental tienen sus insuficiencias para entender o mirar la realidad social ya que --muchas veces—esta “miopía ilustrada” de entender la dinámica social, particularmente indígena conlleva a tener una visión sesgada sobre la realidad que luego se constituye en los gérmenes de la fermentación de criterios estigmatizadores predominantes en el quehacer intelectual. Estos criterios son decisivos en el momento de la configuración de una representación social específica, la misma está nutrida por una lógica binaria y, en consecuencia, articuladas a los cánones de la modernidad, por ejemplo, es el caso de abordar la propia dinámica socio/política y cultural de las poblaciones indígenas. Los criterios de jerarquización cognoscitiva configurada por la modernidad, en el caso de la ciencia social boliviana como en el conjunto del ámbito latinoamericano, devienen primordialmente desde la colonia y se extiende temporalmente hasta la actualidad que se expresa en la sociología contemporánea, particularmente aquella articulada a la ciencia política. En suma, esta polarización es resultado de un proceso de una lógica binaria desarrollada por la modernidad. Al respecto, Silvia Rivera asevera: “La polarización y jerarquía entre las culturas nativas y la cultura occidental la misma que se valió en el ciclo colonial de la oposición entre cristianismo y paganismo como mecanismo de disciplinamiento cultural; luego, en el ciclo liberal se van profundizando las tecnologías de dominación, donde el darwinismo social y la oposición civilizada a lo ‘salvaje’ sirven para emprender una nueva y violenta agresión contra la territorialidad indígena; para después continuar lo que, a partir de 1952 se completen las tareas de individuación y etnocidio mediante las reformas estatales, mecanismos eficaces para su profundización”. Vale decir, la oposición desarrollo y subdesarrollo o modernidad-atraso son los que marcan el devenir histórico del país y en ese sentido es valedero una interrogante ¿Qué papel le asumió corresponder al pensamiento y a la sociología boliviana?. No hay duda que el papel desplegado por los operadores epistémicos ilustrados en la configuración de una plataforma académica/cognoscitiva fue fundamental para legitimar un orden ideológico/político. El proceso de disciplinamiento del pensamiento y de las ciencias sociales (Véase Foucault) fue determinante para que aquellos (pre)supuestos epistémicos ligados al proyecto de la modernidad ilustrada vayan calando en las profundidades del imaginario colectivo y, particularmente en los “hijos de la enciclopedia”. De esta manera, la instalación del colonialismo interno está presente en la contemporaneidad boliviana, que según Silvia Rivera:“opera, en forma subyacente, un modo de dominación sustentado en un horizonte colonial de larga duración, al cual se han articulado –pero sin superarlo ni modificarlo completamente—los ciclos recientes del liberalismo y el populismo. Estos horizontes recientes han conseguido tan solo refuncionalizar las estructuras de larga duración, convirtiéndolas en modalidades de colonialismo interno que continúan siendo cruciales a la hora de explicar la estratificación interna de la sociedad boliviana, sus contradicciones sociales fundamentales y los mecanismos específicos de exclusión-segregación que caracterizan a la estructura política y estatal del país y que están en la base de las formas de violencia estructural más profunda y latentes”. Ciertamente, los procesos de jerarquización resultantes de la presencia del colonialismo interno en el quehacer intelectual de las élites ilustradas supuso a la larga la configuración de una disposición epistémica basada fundamentalmente en procesos de segregación y exclusión socio/cultural. Ahora bien, ¿desde la subalternidad que mecanismos de resistencia se ha operado para desnaturalizar estos mecanismos intelectuales de segregación intelectual?. Evidentemente, un efecto adyacente de este proceso es la desconstructiva desplegada por los sectores subalternos, particularmente indígenas/campesinos a lo largo del discurrir histórico ya que fue gestando prácticas políticas/ideológicas insurgentes. Vale decir, aflora la idea que desde la subalternidad hay la emergencia de una acción política y epistémica de “descontrucción” de aquellas narrativas universalizantes y homogeneizantes configuradas por los dispositivos ilustrados, los mismos estaban –y están—presentes inexorablemente en el imaginario colonial que impregnó tanto al pensamiento y como a la propia sociología en el decurso histórico boliviano. Desde ya, toda construcción o disciplinamiento proveniente desde el poder produce inevitablemente resistencia (Véase Foucault,), más aún en una sociedad tan compleja como diversa como la boliviana, que históricamente a demostrado la presencia de otras lógicas y temporalidades opcionales a la modernidad. En tal sentido, de una imposición cultural/ideológico o la “violencia cultural” configurado por un aparato cultural/ideológico deviene prácticas políticas/ideológicas distintas ya que estas prácticas asimismo entrañan otras posibilidades epistémicas alternativas a los metarelatos urdidos por la modernidad. En el caso boliviano, efectivamente la fuerza de la emergencia de la subalternidad indígena con todo su potencial político/epistémico a lo largo de la historia de Bolivia inclusive desde la propia colonia, han generado propuestas políticas/epistémicas alternativas a aquellas impuestas desde los centros metropolitanos del poder, aunque posteriormente estas rebeliones fueron reprimidas. Ahora bien, por estas características se deben relativizar los efectos ciertos del papel epistémico desarrollado por los “ilustres intelectuales” ya que si bien van cimentando epistémica e ideológicamente los rasgos distintivos de un determinado orden político/ideológico; sin embargo, paralelamente subyacen otras lógicas subalternas descontruyendo toda esas narrativas universalizantes y homegenizadoras de aquellos discursos que giran alrededor del poder hegemónico en boga. Precisamente es el papel desplegado por aquella sociología aparentada con la ciencia política boliviana que configuró un discurso democrático y liberal en torno a la relación sociedad/estado/política/economía en el decurso de los años noventa; no obstante a partir del año 2000 por la acción colectiva emprendida por los movimientos sociales, particularmente indígenas, se van revirtiendo aquellos paradigmas que estaban anclados en la nueva modernidad boliviana articulada al proyecto de la economía de mercado y de la democracia representativa. En este contexto, van (re)planteando nuevas propuestas de proyectos de sociedad a partir de las propias especificidades socio/políticas y culturales/ideológicas en torno al devenir estatal. Para analizar el pensamiento de René Zavaleta, Javier Sanjinéz acude metafóricamente al cuerpo humano y como éste está conformado preeminente no solo por la dimensión ósea; sino también por la dimensión tanatológica. Para dar cuenta fundamental que la imagen corporal, esencia invisible y armoniosa, está articulada a la racionalidad moderna, mientras la otra dimensión: la tenatológica está asociada a lo carnal y, en consecuencia, son perturbadoras ondulaciones de la patología blanda. Con esta metáfora entre lo esquelético y lo carnal usado por Sanjinés permite hacer desplazar esta metáfora en torno a la mirada racional y esquelética de los “intelectuales letrados” sean de distintas vertientes ideológicas (marxistas, anarquistas, nacionalistas, positivistas, liberales) que analizaban –y analizan—la realidad social bajo los parámetros de la visión ósea de la ilustración, este procesodisciplinario y racional del pensamiento y de propia ciencia social boliviana ha encontrado su resistencia en la carnalidad de los sectores subalternos socavar los cimientos fundamentales de los cánones de la racionalidad científica, los mismos irrumpieron en el escenario socio/político y también epistémico con propuestas distintas a las urdidas por la modernidad. En definitiva, las características centrales del pensamiento y de la sociología boliviana, da cuenta luego de una mirada al recorrido de las diferentes etapas del papel desplegado por las diferentes élites intelectuales con relación al orden socio/político, hasta aquí se ha visto retrospectivamente como se configura un determinado orden del discurso (como diría Foucault,) en este caso específico de rasgos eurocéntricos, en la que la práctica intelectual de las élites ilustradas privilegian en este afán una mirada cartesiana, como diría Martín Jay configurada por el modelo visual hegemónico de la era moderna.